Siempre es alegre aterrizar, pero a nosotros
nos alegra más alzar el vuelo. En
consecuencia, si encuentras por las islas un
llano repentino, conviene ejecutar el vuelo
como a renglón seguido se señala:
1. Correr acelerando el ritmo de las piernas.
2. Bracear
fuertemente -arriba, abajo-
sin temor y sin pausa.
3. Casi al final del llano, dar un salto valiente
y remontarse -sorprenderá qué fácil- por el
aire, siempre subiendo, siempre.
4. Ganada una considerable altura, quietos
los brazos rígidos -alas de gaviota de las
playas- planear evitando la insidia
de las ráfagas.
5. Volver los ojos hacia abajo, a la tierra, a
las islas, y contemplarlas reducidas en el mar
ya infinito
por la gracia del vuelo.
6. En esa posición, comprobar cómo invade
una inmensa ternura por su tierra tan madre,
tan hermosa.
7. Descender tras el éxtasis. |
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