El horizonte será siempre el último peldaño para
conocer la dimensión del mundo desde la realidad
de la isla.
La escalinata invita o incita a llegar a él para
ver qué ocurre más allá de él. El mar queda debajo
del pie y toca la mano el cielo que es ya tangible.
A la espalda la tierra, sus pedregales, su rostro
ajado por la torpeza y la codicia humanas, que tal
vez en un sorprendente gesto construyeron estos
peldaños desde donde atisbar un paraíso que nunca
llegó a ser.
Escalera para alcanzar lo invisible. La vastedad
de todo. |
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